LA VOZ

LO ÚNICO MALO DE LA VASECTOMÍA

Miedo es en lo que se convierte un hombre cuando sabe que puede salir corriendo, sin ninguna consecuencia, ante un embarazo no deseado.

| Tomado de: https://www.elcolombiano.com/opinion/columnistas/lo-unico-malo-de-la-vasectomia-ME21618488

04 de junio de 2023.  Por Sara Jaramillo Klinkert – @sarimillo

Por años soporté una migraña fija al mes. Para aliviarla tenía que tomar medicamentos cada vez más fuertes y aun así no me salvé de amanecer en urgencias muchas veces. Lo peor es que conocía al culpable: las pastillas anticonceptivas. Me pasé años buscando un ginecólogo que me esterilizara, pero todos me aseguraban que, en algún momento, querría tener hijos. Todos, por supuesto, se equivocaron. Varias veces intenté dejar de planificar y, sin excepción, los hombres reaccionaron con el mismo discurso predecible y gastado: «Con preservativo no siento nada». O: «No me gusta el condón». Sí claro, como a nosotras nos encanta tomar pastillas. Intenté también con la inyección anticonceptiva trimestral hasta que llegué a casa con un examen según el cual mis hormonas estaban patas arriba y los huesos peligrosamente descalcificados. Ese día le dije a mi novio que se responsabilizara del asunto. A la semana siguiente se hizo la vasectomía. Pasado un mes dijo: «Sólo me arrepiento de una cosa y es de no habérmela hecho antes». Mis migrañas desaparecieron de inmediato y, sentí tantos cambios positivos en mi cuerpo y en mi deseo sexual, que fue inevitable pensar que, por años, estuve intoxicada con anticonceptivos. Pronto nos convertimos en los mayores promotores del procedimiento entre amigos y conocidos. Pocos han hecho caso. Unos dicen que para qué, que su pareja se hace cargo. Otros dicen que a ellos no les corresponde cuidarse. Unos más que les da pereza. Todos dicen miedo. Sí, les da miedo un procedimiento que es gratuito, no demora ni quince minutos y tiene una tasa de éxito de casi el cien por ciento, sin efectos secundarios.

En estos días estuve en una zona costera en donde le regalaban un pedazo de tierra a los hombres que se hicieran la vasectomía. Conocí a un pescador que sale a mar abierto en una barca diminuta y ha sorteado naufragios y tormentas. No tiene casa propia. De cuatro hijos, no responde por ninguno. «Fueron tiros al aire», me contó riéndose. Ignoro qué le causaba tanta risa. Le pregunté por qué no había aceptado el trato y dijo que le daba miedo. Miedo es no tener casa propia. Miedo es tener hijos por los que no puede responder. Miedo es saber que un hombre en edad fértil podría embarazar a una mujer cada día, mientras que una mujer puede tener sólo un hijo al año. Miedo es que la mayoría de enfermedades de transmisión sexual sean transmitidas por hombres, pero hagan estragos es en las mujeres. Miedo es en lo que se convierte un hombre cuando sabe que puede salir corriendo, sin ninguna consecuencia, ante un embarazo no deseado. Lo único malo de la vasectomía son los miedosos que no se la hacen.

Alguna vez leí que los métodos de anticoncepción en hombres no han sido aprobados porque tienen muchos efectos secundarios: migrañas, aumento de peso, sensibilidad, disminución del deseo sexual. El chiste se cuenta solo. Si el hombre fuera el que se embarazara, hace rato habrían inventado métodos mejores de planificación. Pero no, ellos no se embarazan y, por lo tanto, ni planifican ni les importa que nosotras suframos los efectos secundarios. De hecho, a muchos, lo único que les importa es poder tener relaciones sexuales sin ponerse un condón porque, qué pesar, con condón no sienten nada.